martes, 18 de mayo de 2010

De espinas y sal



Debo enterrarte pero no puedo.
Necesito olvidarte pero no quiero.

Tu recuerdo me quema el alma, irrumpe mi mente y destruye mis anhelos.
O Amor ciego que juraste nunca escapar.
O maldito embustero que mil veces me hiciste engañar.

Hechicero del mal que con dulzura me envolviste entre tus viles mentiras.
O siervo amargo de sonrisa celestial.

A ti aposté mi suerte, mi vida y mi todo que no era mío.
Mi todo que aún te pertenece.
Mi todo que te di a medias… mi yo que dejé escapar tras las tinieblas.

Maldita historia perfecta que nos sirvió de vendas.
Maldigo haberte conocido, haberte querido, haberte creído.
Maldigo que me creyeras y que me amaras.

Te detesto y me detesto.
Te odio y odio mi ser a tu lado y fuera de ti.

Aborrezco las noches de pasión intensa.
¿Cuánto daría al cielo para que las borre de mi cabeza?
De mí recibiste todo lo que podía dar: engaños, mentiras y un baúl de pimienta y sal.
Amargo fue el camino que nos llevó a este vil final.

Espinas tienen las rosas, rocas tiene la mar.
Rencor hay en tu recuerdo
Y fuego en el despertar.

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