miércoles, 15 de julio de 2009

Máscara Perdida.



Aún el telón no subía, sin embargo todo ya casi estaba listo para dar inicio a la función. Las luces se verificaron varias veces, el sonido no estaba mal, mientras el corre y corre en los camerinos crecía según se movían las manecillas del rélog.

Un sin número de detalles ya habían sido completados, no obstante los nervios del director, con cigarrillo en mano, llegaban a las butacas, y puede ser, mucho más atrás.

"Primera llamada", y con ella los gritos de todo el elenco no se hicieron esperar. "Mi zapatilla!", "Dáme mi sombrero!", "Maquillaje por favor!", en fin un desastre total.

En ese momento algo jamás esperado implantó el silencio tras las cortinas del camerino principal. "La máscara!", "La máscara del actor principal!", "¿Dónde está?" Sólo unos segundos bastaron para que todos se pusieran a buscar. "Aquí no está", "Yo la vi por acá", "No me acuerdo donde la pusimos luego de ensayar"; fueron algunos de los comentarios que hicieron a las tablas del escenario temblar.

"Búscala aquí", gritó el maquillista, señalando un viejo diván. "No aquí no está. Pero ¿cómo se le ocurre perderla el día de la función magistral?", comentó el encargado de utilería.

"Se la quitaron", susurró uno de los bailarines de la parte musical. "Pero no se sorprendan chicos, eso era de esperar pues inevitablemente siempre sale a relucir la verdad", añadió el chico sin disimular.

"Segunda llamada". En ese momento sólo restaba improvisar. "Un par de hilos, un botón... ohh Dios mio, esto no va a funcionar", rezaba la mujer del vestuario, mientras los ojos del actor se prestaban a llorar.

"Intenta con esto", "No. Con eso no aguantará", "Eso que importa, sólo necesita esconder su faz".

Mientras eso pasaba detrás de las cortinas, el teatro se llenaba de gente importante; gente que no querían perderse la puesta en escena de una de las obras que marcarían a la sociedad. Gente del gobierno, letrados, Conocedores del idioma, los más distinguidos chefs, la gente de la embajada francesa, y gente singular...

El director a punto de tocar el fondo, sólo pudo con la voz entrecortada ordenar..."Que siga la función, esto no se puede parar".

"Tercera llamada". "Fuera luces, abajo el telón, hagan silencio por favor... La función va a comenzar", mientras sólo se escucho decir del actor:"Apiadate de mi Dios pues hoy tendré que dar a conocer quien soy en realidad..." Víktor Lhuis

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