
La mar me arropa en las noches cual sabana que viene y va.
Su espuma es lana fría que se lleva penas y devuelve alegrías.
En el cielo las estrellas me hacen compañía como luciérnagas que brillan sin cesar.
Algas marinas alimentan mis sentidos y los peces masturban mis deseos carnales al olvido.
Caracoles aprietan mi torso desnudo a la orilla, mientras los cangrejos cortan venas de otra vida.
La mar se tiñó de rojo; de carmesí puro y de semen de aguas vivas.
Ondas lubricadas de azufre me envuelven y me llevan a bailar entre arrecifes de una ciudad perdida.
Escamas rozan mi piel y erizos hacen profundas heridas en mis rodillas.
Burbujas besan mis labios llenando mi cuerpo de nuevas energías.
Náufrago fui de un amor pasado que hoy me guía a la orilla.
EL horizonte se viste de amarillo, se avecina un nuevo día.
Adiós digo a mis amigos del océano y a todos aquellos que me vieron triste y falto de brillo en mi vida.
Otra vez la mar se tiñó de rojo; de carmesí puro y de semen de aguas vivas.
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