jueves, 24 de junio de 2010

De ti y de nada



Fuiste clavel mojado en mi espalda.

Resbalaste en mis curvas y hasta tocaste por dentro mi alma.

Susurro amargo fueron siempre tus palabras.

Maquinas de besos adornaban las calles de la avenida esperanza.

Mostrabas tus cabellos erguidos cual pirata su espada

Y lamías con tu lengua el sudor de mi cara.

Fuiste rocinante fugitivo que a su amo varado deja en medio de la nada.

Y creciste tu vida a mi lado sin temores ni miedos, sólo mar y agua salada.

Marcaste rumbos cual roció baña las rosas en la mañana.

Y volcaste fluidos en mi cuerpo, en mi vida y en la de todos los de la comarca.

¡Oh, bestia salvaje que domarte me dolió en el alma!

Recorriste con tus manos mi cuerpo mostrándote indefenso y sin temor a nada.

Y fui tuyo mil veces, mil veces y con mil ganas.

Estrellas brillaron sobre ti y otros cuerpos dañaron la confianza.

Unos a caballo, otros a pies; más soldados se unieron a nuestras andanzas.

Y la vida fue dura de ahí en adelante; dura, infeliz, llena de caprichos, de tinieblas y de pura nada.

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